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La Historia
En 1896 las 13 familias del pueblo de Tor deciden, en previsión de que el Estado no expropie la montaña, establecer una sociedad de condueños redactando unos estatutos por los que regirse. Así, consensuaron que ésta fuera propiedad de aquellos vecinos que mantuvieran el fuego encendido todo el año (es decir, vivieran de forma permanente en ella). Esta misma cláusula, tan lógica en esa época porque la unidad les servía de protección y de fuerza, sería la que años después, privada ya de esa razón, les acarrearía la desgracia.
Antes de la guerra civil, los dueños de la montaña, si bien ésta está aislada la mayor parte del invierno y las condiciones de vida en dicha estación del año son muy duras allí, estaban considerados los más ricos de la zona. Tenían ganado, buenos pastos y madera, y eso entonces era ser rico. Además, y pese al aislamiento y la dureza de la vida, o tal vez precisamente por ello, las trece familias convivían en buena lid.
Con la guerra civil y más tarde, en la posguerra, con el hambre y con la dictadura, una serie de circunstancias como el hecho de que allí arriba carecen incluso hoy en día de agua corriente, luz eléctrica o línea telefónica y se encuentran incomunicados la mayor parte del invierno, dio lugar a la marcha de la mayoría de los vecinos del pueblo, al menos durante los meses más fríos. Pero el desencadenante que precipitó este abandono fue la quema de cuatro de las casas a raíz de la persecución y ejecución, por parte de la Guardia Civil, de unos maquis que se habían refugiado en la montaña.
De este modo, puesto que los estatutos indicaban expresamente la condición de “tener el fuego encendido” todo el año para mantener la propiedad, se desataron los amaños, envidias, odios y rencillas en una batalla desenfrenada entre las tres casas más importantes de Tor, plagada de demandas y juicios, y salpicada a su vez con varios asesinatos, por hacerse con el control y la propiedad de la montaña.
Josep Montané, “Sansa”, y Francesc Sarroca, “Cerdá”, los más actuales patriarcas de dos de estas casas fuertes, unidos sólo por la causa pues también les separaban disputas antiguas, luchaban con la intención de venderla o alquilarla para hacer un complejo de ocio y pistas de esquí; el otro cacique, Jordi Riba, de la casa “Palanca”, sólo por hacer valer su derecho como único dueño y vender a sus anchas la madera del lugar, así como “manejar” el paso de contrabandistas (que ni eso le falta a esta historia) desde Andorra.
Los primeros asesinados, en 1980, fueron los dos guardaespaldas del “Palanca” a manos de los dos “protectores” de Rubén Castañer cuando, según declaraciones del “Palanca”, intentaban matarle a él, que consiguió huir. En 1981 los abogados de “Sansa” y “Cerdá” interponen una demanda contra los otros vecinos por hacerse con la propiedad de la montaña.
En 1995, el juez de Tremp falla a favor de “Sansa”, declarándole único dueño de Tor en base a que sólo él pudo demostrar que vivía todo el año en la montaña, y dejando fuera al otro litigante con el que formaba bando contra “Palanca”, “Cerdá”. Pero su reinado en Tor duraría tan sólo cinco meses antes de que lo asesinaran.
Finalmente, tras muchos procesos y recursos, en 2002, la Audiencia de Lleida dicta sentencia afirmando que la montaña es propiedad de todos los herederos de los trece fundadores. Palanca y los herederos de Sansa presentan recurso que es rechazado por última vez en el año 2005 por el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña, que ratifica la sentencia de 2002.
Historia extraída de revistaiberica.com
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Continuará...
3 comentarios:
bonita historia...
gracias!
No has hablado sobre el Mont i la Marli, que son lo mejor de la historia! "Los quería de montón", jajaja
Un beso!
Qué truculento todo... No me extraña que fueseis con los húevers por corbata a Tor.
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