miércoles, 4 de marzo de 2009

Vall Ferrera III (En los confines de lo civilizado)

¡Y llegamos a Tor! Por fin nuestra ilusión se hace realidad. El sol no toca aquí en los meses invernales y el clima es muy riguroso. No hay agua, teléfono ni electricidad y nos han dicho que en invierno no vive nadie, pero nos encontramos un trío de lugareños (dos hombres y una mujer) que han subido a ver cómo va todo por su casa. La verdad es que cuando vi a los dos hombres de improviso después de no haber visto a NADIE en todo el día me dio un poco de aprensión.


Por fin, Tor

Antes de entrar en el propio pueblo, alguien ha tratado de dejar bien claro a quién pertenece todo esto, con mapa y todo. Sabiendo como sabemos lo que ocurrió aquí, da un poco de mal rollo ¿nos encontraremos con el Palanca?


En la pared se lee "Propiedad de la Sociedad de Condueños de Tor. Información en el propio Tor"

Lo primero que nos recibe al llegar son dos coches abandonados al lado de la calle principal. La verdad es que los signos de abandono son claros en todo el pueblo. Me recreé un poco en la herrumbre, lo reconozco...¡pero mirad que colores!














Bueno, dejemos el coche y vamos a ver el pueblo, ¿no?


La casa del centro es donde la Sisqueta sirve comidas en verano


La iglesia está que se cae a trozos


En el interior de ese porche es donde se encontró el cuerpo marchito de Sansa


Deu ni dó!


Imagina todo lo que deben haber visto estas piedras


Andorra está a tan solo tres kilómetros


Gárgola


Recuerda a algo ¿no?

Bueno, hasta aquí ese minireportaje de Tor. Lo cierto es que no pudimos estar mucho rato, pero tampoco había demasiado que ver...lo importante fue llegar. Nos hubiera gustado ver a Lázaro, al Palanca, al Mont o a la Marly... eso si, ¡de lejos!
















Nuestro morbo ya está saciado : )

2 comentarios:

David Sanfeliu dijo...

El último bastión de resisténcia pagana

David Molero dijo...

Genial la crónica y las afoticos!